Escribir

Continuamente sugiero a mis clientes* que escriban entre 20 a 30 minutos por lo menos durante siete días lo que les venga a la mente sin filtro ni juicio alguno.  Que simplemente escriban todo lo que no se permiten pensar y mucho menos decir, pero que finalmente si sienten y piensan.

Alguna vez un profesor de baile nos dijo «si se les antoja la gordita de chicharrón, ¡cómansela! De cualquier forma, cuando algo se les antoja, su cerebro lo registra como si lo hubieran comido.  Lo importante es no comerse tres gorditas, sino, sólo una o la mitad de una».  ¿Y esto qué tiene que ver? Bueno, si lo piensas, lo sientes; y si lo sientes, lo vives.

Hagamos un breve ejercicio para verificar si esto es real: tómate un minuto, respira hondo y relájate. Piensa en un limón. Ahora ves su color amarillo y su aspecto. Notas al tacto la textura de su piel y la forma de sus extremos, así como la sensación de su peso. Con un afilado cuchillo lo cortas por la mitad.  Notas ese olor fuerte y penetrante que te trae recuerdos; aprietas una mitad y ves las gotas de zumo que salen despedidas. Disfrutas del olor. Después, lo acercas a tu boca y pasas la lengua por la parte recién cortada. Te das cuenta del sabor ácido y potente de la fruta. Observa cuanta saliva has producido. ¿Qué ocurrió? ¿Tuviste alguna sensación, alguna reacción física?

Bueno, si esto ocurre sólo de pensar en un limón, imagina todas las reacciones que tiene tu cuerpo cuando enfocas tu pensamiento en situaciones emocionalmente fuertes, pero para las cuales reprimes toda reacción.  Es como si pensaras en el limón y te prohibieras salivar.

En ocasiones no nos damos cuenta de nuestro propio diálogo interno, nos pasamos los días con todo el ruido mental, quejándonos amargamente con los amigos y familiares, pero no hacemos nada al respecto.  Y esto se debe a que en realidad, al expresarlo verbalmente sin ningún objetivo, es difícil que generemos un mínimo nivel de conciencia de lo que estamos diciendo.  Repetimos una y otra vez lo mismo y por lo tanto el resultado no cambia.

A diferencia de las sesiones terapéuticas, en coaching las conversaciones son bastante enfocadas al objetivo establecido, es por esto que buscamos divagar lo menos posible.  Sin embargo, hay situaciones que podemos no tener muy claras y/o nos han afectado a mayor grado, en estos casos probablemente necesitamos externar mucha más información. Regularmente, cuando noto que la persona tiene mucho que decir respecto a una situación en particular, es cuando le sugiero la escritura.

¿Y para qué la escritura?  Es una manera muy práctica y con excelentes resultados para sacar toda la basura emocional que vamos guardando en el día a día durante toda la vida.   En un artículo publicado en la revista Newsweek, Claudia Kalb escribió sobre el poder curativo de la escritura:

Desde mediados de los ’80 los expertos han encontrado que las personas que escriben acerca de sus experiencias más dolorosas no sólo se sienten mejor sino que visitan al doctor con menos frecuencia e incluso tienen respuestas inmunológicas más fuertes. La semana pasada, un grupo de científicos reportó hallazgos que hacen el vínculo aún más claro. Un estudio publicado en la Revista de la Asociación Médica Americana demostró que ejercicios de escritura creativa pueden ayudar a aliviar síntomas de asma y artritis reumatoidea. “Es difícil de creer”, comenta James Pennebaker, un profesor de psicología de la Universidad de Texas en Austin y un pionero en el área de escritura terapéutica, pero “ser capaz de poner tus experiencias en palabras es comprobadamente beneficiosos para tu salud física.”

¿Cómo puede la escritura brindar estos beneficios? Los expertos concuerdan en que probablemente es más que la simple catarsis. Algunos creen que la magia está en que la escritura fuerza al paciente a convertir el rumiar abstracto e incesante de la mente en historias coherentes. Escribir acerca de una experiencia también reduce la intensidad de su impacto emocional.

Algunas personas prefieren lo que Terry Vance, una sicólogo de Chapel Hell, Carolina del Norte, denomina“terapia de cartas”. En su libro “Cartas a casa”, Vance describe la forma como descubrió que algunas personas se “desatascaban” de malas relaciones de pareja y todo tipo de conflictos escribiendo cartas a las personas involucradas. Las conversaciones pueden convertirse fácilmente en competencias de gritos y pasar incluso a la violencia física, pero el género epistolar ofrece seguridad.
Las cartas ni siquiera tienen que enviarse realmente. Y siempre se puede escribir para uno mismo en un diario. Los sicoterapeutas dicen que llevar un diario puede ser un factor de apoyo poderoso a la tradicional terapia oral. Kathleen Adams, terapista de Denver, dice que al escribir, las personas “ literalmente pueden leer sus propias mentes”. Ese proceso ayuda a fortalecer la autoconfianza y la autoestima, y puede acelerar los progresos de las sesiones habladas.

 

Bueno, ahí está la base científica y la razón por la que a veces sugiero que escribas cartas o simplemente realices una libre escritura.   De esta forma sé que tendrás una herramienta gratuita y para toda la vida que puedes utilizar en el momento que más se adapte a tus necesidades.  Además, de que al realizar una escritura conciente te ahorrarás tiempo y dinero.

*En coaching usamos la palabra cliente, no paciente.  Esto porque vemos a las personas desde una perspectiva en la que tiene sus propios recursos y no desde una enfermedad.

 

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